martes, 6 de julio de 2010

De antemano

Y pensar que 1000 moscas se posaron en mi cerebro intentando hacerme olvidar la tormenta.Y yo me volvia a creer que la tormenta ya no estaba.No me afectaba.
Dejé caer los brazos a los costados y fijé mi olfato en el café,el cigarro prendido en el cenicero y el libro.
No hay pensamiento pasado-pensado, revuelto o olvidado en mi cabeza aplastada.
Por si acaso, le puse una cucharada más de azucar al café y lo revolví energicamente.
¿Y si acaso, la panza crecía por que sí , y las vueltas de la vida trajeron ante mis ojos tal desdicha?.No era yo.Era ella.Que no sé que hacía conversando con mi mamá sobre la religión protestante.
La tormenta ahora tomaba otro color, otro rumbo.
¿Por qué tenía que venir la tormenta con migo a todos lados?
Ella estaba sentada y yo, aún no recuerdo en que pié.
Ella brillaba, yo nó.Ella tenia un ser en sus entrañas!Pobrecita.Algo me dijo en ese momento que dejara de mirarla.
Apague el cigarro entre mis dedos y sangré por los ojos.
-Vále,ya no nos pertenece a ninguna de las dos.
Entonces cerré el libro.
-Nunca nos perteneció- dije yo, con las ultimas gotas de locura impregnandome los ojos de lagrimas.

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